A finales de 2006, el entonces presidente de la Junta de Extremadura, viendo que la «operación» de El Corte Ingés no salía en el Ayuntameinto de Cáceres, dijo por la mañana que le prestaba un concejal al PP paa que se aprobara. A esas horas ya se sabía que había una traidora en las filas de la oposición socialista. El alcalde de entonces, Saponi, aplaudiendo con las orejas, se sintió encantado y saltarín. Por la noche, el presidente Ibarra dijo que a él le daría vergüenza sacar adelante un asunto de gobierno con un voto prestado. Y la operación Corte Inglés tomó otros derroteros. Y debió comenzar a llamarse «asunto Alarcón«.La vuelta del asunto Alarcón viene cargada de novedades. Ahora no es el secretario general del PSOE y presidente de la Junta el que presta votos de concejales, ahora es el presidente del único partido de la oposición (de toda la oposición histórica de la autonomía) el que, por su condición de católico ATS (lo que antes era un católico practicante), pretende realizar el milagro de la bodas de Caná: donde antes se prestaba un voto, ahora se prestan… ¡12!
No se conoce de ningún prestamista que trabaje gratis. Que preste gratis. Es más, los prestamistas están fuera del mercado financiero para prestar, a muy altos intereses, lo que los bancos no fian. ¿Por qué sus concejales no son de fiar y tienen que recurrir al prestamista para sacar un poquito la cabeza?
Vale.



