Cuentan las informaciones que el mes de mayo ha sido más caluroso de lo habitual y menos lluvioso también. O lo que es lo mismo, la situación climatológica de mayo genera un deterioro de la agricultura que afecta a los cereales, por ejemplo, y que también tiene repercusiones negativas en los pastos, que se han secado antes de tiempo, lo que obligará a los ganaderos a recurrir a la alimentación con piensos.
Aunque en general ha llovido un 40% menos de lo que tenía que haber hecho si las lluvias hubieran sido las totales y necesarias, el reparto de las mismas tampoco contribuye a la mejora general. Con un 40% de abstención, el reparto de pastos, digo, de votos, ha caído de forma desigual.
Así, mientras en fincas abonadas con los detritus de la corrupción, la caída de votos ha superado los 2.500.000, en otras, como en la que no habían sido debidamente preparadas con tiempo y calidad, esta pérdida ha sido de unos 700.000 votos.
Por otra parte, en fincas de nuevos propietarios, de nuevos cosechadores y ganaderos, el reparto ha sido más generoso, pero insuficiente para mantener de forma autónoma los predios.
Vamos, que el panorama electoral surgido el 24M ha dejado, como las lluvias, como el clima, insatisfechos a todos. Ya se sabe… nunca llueve al gusto de todos. Y si en algún sitio además no llueve, pues peor.
Una vez cosechados los votos, viene el tiempo de pastos. Un tiempo en el que los titulares de las fincas, los destinatarios de los votos, están obligados a llegar a acuerdo, a hacer un buen uso de los pastos/votos recibidos.