Cáceres, la capital de la provincia, es una ciudad peculiar, sobrada de provincianismo, pero llena (dentro de lo que cabe) de funcionarios, camareros y pensionistas (también muchos pensionistas que fueron funcionarios). Morfológicamente, podría decirse que es un pueblo con rotondas.
El gobierno de la ciudad ha estado, desde 1995 (salvo la legislatura 2007-2011), gobernada por un Partido Popular lleno de (dentro de lo que cabe) de funcionarios, cofrades y abogados.
Desde 2019, junio de 2019, el gobierno de la ciudad lo ejerce, como minoría mayoritaria, el PSOE. Y en un año, el actual gobierno municipal debería haber resuelto, de una vez por todas, todos los problemas que tantos años de gobiernos de derechas no solamente no resolvieron, sino que ni siquiera enfrentaron. Y ello con los últimos 5 meses inmersos en una pandemia, la del coronavirus, a la que los científicos no parecen poner fin.
Pues bien, uno de los causahabientes del Partido Popular, el actual portavoz y perdedor claro de las últimas elecciones municipales, un tal Mateos, va a plantear en el pleno que se resuelvan todos los males que aquejan al comercio local.

Paseo de Cánovas. Cáceres.
Que estamos en medio de una pandemia… a ellos, a los del PP, les da igual. Los asuntos que ellos no fueron capaces ni ver de lejos, han de ser resueltos en quince días.
Que la ciudad padece un retraso (ya endémico) de varias décadas sin saber qué hacer con el comercio local… a ellos, a los del PP, ni mirarlos. Nunca han tenido nada que ver con ese deterioro.
Además, el planteamiento que el portavoz del partido perdedor de las elecciones, es una moción al pleno llena de lugares comunes, tópicos, como rescatando textos de la hemeroteca histórica que tanto me gustan a mí. Saben que la moción se la leerán los concejales, la debatirán, seguramente, después de un tira y afloja sin chicha, hasta se apruebe por consenso.
Pero saben, también, que si eso sucede, nada cambiará.
Para que una ciudad provinciana, cerrada por falta de uso, como su comercio, despierte, el primer paso sería arrojar con aspavientos la burocracia política (que también la hay) y no hacer caso a mociones que están hechas con la desgana del que va a comprar plátanos y el frutero le dice que no tiene, que tiene bananas. Y con tal de no ir a otra frutería, aunque esté a 10 metros de distancia, se lleva las bananas.
La ciudad necesita un punto de arranque doble: por un lado, una ciudadanía, una parte de ella que sea medible, cuantificable, que quiera apostar por el futuro, y, por otra, un liderazgo social y político que debiera ser ejercido por el actual equipo de gobierno, joven y determinado.
Y la primera medida, no aprobar la moción “de compromiso”, de decir “hemos cumplido y hasta otra” que plantea el partido perdedor de las últimas elecciones, y concitar en torno a un ayuntamiento socialmente fuerte y comprometido a todos aquellos ciudadanos que estén dispuestos a ser comprometidos con la ciudad.
Vale.