Archivos para November 30, 1999

Los estados occidentales, en aplicación de la doctrina Bush tras los atentados del 11-S, vienen aplicando una filosofía consistente en anteponer seguridad a libertad, de forma que justificándose en la seguridad se recortan derechos y libertades. Esta situación, a la que parece que quiere dar alguna solución la administración Obama, que al menos equilibre ambos criterios (es decir, que la seguridad no sea coartada para disminuir derechos y libertades), no tiene correlato en otros campos.
En estos momentos de grave crisis financiera (que nos ha abocado a una grave crisis económica en general), se ha puesto de manifiesto que la inexistencia de controles y la negligencia de los organismos reguladores (más bien de las personas que han de aplicar los criterios de supervisión) ha sido inversamente proporcional a los excesivos controles en materia de seguridad y a la disminución de derechos y libertades.
Los países occidentales están dando ligeros pasos en aumentar los controles financieros y en asegurar que la supervisión funciona. Mientras que los derechos y libertades individuales de las personas se han visto coartados para “garantizar” la seguridad, se ha permitido, consciente e inconscientemente, la desregulación de los mercados financieros y se han suprimido los controles.
Esta filosofía neoconservadora y ultraliberal en lo económico ha permitido comportamientos políticos que, en análisis filosófico, habrían sido calificados de neofascistas (lo son en Italia, con un gobierno dirigido por un sujeto como Berlusconi) de no ser por la fuerte presencia del capitalismo salvaje dominando todos los medios de comunicación.
Ahora, cuando esas teorías y prácticas ultraliberales se han demostrado culpables de la situación económica crítica, los estados buscan métodos para salir de ellas.
Lo mismo que a partir del 11-S se hizo creando registros de organizaciones terroristas, en algún caso con el sólo ánimo de aumentar controles políticos sobre organizaciones extraparlamentarias en algunos países o sobre movimientos antisistema, debería hacerse con los paraísos fiscales.
No se trata de “hacer una lista” con paraísos fiscales, sino de aislarlos y de aislar sus movimientos económicos para evitar que utilicen los medios y mecanismos financieros ordinarios para sus actividades delictivas.
En este sentido, el registro de paraísos fiscales debería tener la consideración de terrorismo económico y perseguir policialmente a todos aquellos individuos y organizaciones que los utilicen y prohibir expresamente cualquier transacción financiera con ellos.
Es evidente que es imposible aplicar estas restricciones, similares a las que se aplican sobre individuos y organizaciones terroristas, porque gran parte de los movimientos de capitales que se llevaron a cabo en los años de la administración Bush y sus satélites son, por un lado, los culpables de la actual situación financiera, y, por otro, fueron realizados, dirigidos, consentidos y aprobados por los mismos reguladores y supervisores del sistema. Los mismos que, sin duda, serán los encargados por los estados de reordenar la situación financiera.
Declarar a todos aquellos “paraísos fiscales”, ya sean estados (Liechtenstein, Mónaco, Barbados…) o lugares (Gibraltar, sin ir más lejos), como organizaciones terroristas financieras debería ser el primer paso. Y perseguir a todos aquellos individuos que los han venido utilizando en los últimos cinco años y los utilicen en la actualidad como incursos en delitos de terrorismo financiero intelectual debería ser una medida higiénica importante.
Seguro que los mismos dirigentes de bancos y entidades financieras y aseguradoras que han recibido ingentes cantidades de dinero para su salvación son los mismos que controlan los mayores y más fructíferos paraísos fiscales.
Vale.
De nuevo, como cíclicamente sucede, aparece una situación de crisis. En este caso, con un comienzo claro en las hipotecas basura con unas entidades estadounidenses Freddie Mac y Fanny Mae, nacidas como consecuencia del crack del 29. Y originada esta crisis como consecuencia de la supresión de los mecanismos de control (o reguladores) del mercado realizada progresivamente por la administración Bush, ahora los neocons, los ultraliberales están escondidos.
Estos ultraliberales, incluidos unos individuos llamados José María Aznar (Centaurus Capital) y Rodrigo Rato (Banco de Inversión Lazard), están ahora escondidos, parapetados tras las montaña de noticias que como consecuencia de sus decisiones políticas están sacudiendo un día sí y otro también los medios de comunicación.
En esencia, estos liberales, ultraliberales o neocons lo que planteaban es que el mercado por sí mismo se puede autorregular y no es necesaria la intervención del Estado. En los EE.UU., con motivo del huracán Katrina, hubo muchos ciudadanos de Nueva Orleáns que decidieron, en el ejercicio de su libertad (es decir, de su liberalismo), permanecer en sus propiedades. Las consecuencias: miles de muertos. Ahora, cuando eran la tormenta Hanna o el huracán Ike amenazaban Nueva Orleans o Tejas, la administración ultraliberal Bush decretó la evacuación de las zonas afectadas, advirtiendo a los ciudadanos que aquellos que no la obedecieran sobre algo muy sencillo: si no evacuaban, el Estado no tendría ninguna obligación sobre las consecuencias que para ellos tuvieran los fenómenos meteorológicos.
Algo así debería haber hecho Bush y su corte de ultraliberales y neocons: eliminar los mecanismos reguladores del mercado debería tener como contrapartida que el Estado no pondría ni un duro, ni un dolar, para «rescatar» a ninguna entidad si se producían problemas.
Sin embargo, esos ultraliberales de un país en el que no existe la seguridad social universal, han de invertir miles de millones de dolares, muchos miles, para que un banco de inversiones como Merryl Linch pueda ser absorbido por el Bank of America, pero ya para salvar a otro del mismo tipo, Lehman Brothers, no había, y lo dejaron caer.
Y después la aseguradora AIG (la de la publicidad del Manchester United, por cierto), que ha necesitado algo así como 85.000 millones de dolares para evitar su quiebra.
Todo este panorama mientras los «ideólogos» ultraliberales, los neocons, Rato y Aznar incluidos, escondidos.
Por cierto, ¿qué dirían los medios conservadores en España, que se alinean normalmente con las más claras tesis ultraliberales si el «hedge funds» Centaurus Capital o el Banco de Inversión Lazard tuviera problemas?
Vale.