Archivos para November 30, 1999

Una de las consecuencias del abandono de los edificios es su deterioro inmediato, especialmente si su calidad edificatoria no es la mejor. En los centros de las ciudades que tienen alguna historia pasada, los diferentes períodos de desarrollo han ido estableciendo una serie de espacios sobre los que los vecinos edificaron sus casas. Y los medios económicos de que disponían, no permitían las mejores construcciones.
Ahora, cuando ya el edificio se ha vaciado de vecinos, cuando su deterioro resulta imparable, es la propiedad, única o compartida, la responsable de mantenerlo con el ornato y limpieza exterior adecuados, y evitar que el interior vaya degradándose hasta que puedan apreciarse los primeros signos de ruina. Aunque en muchas ocasiones sucede que es la propiedad la que desea que, en zonas como las protegidas por el Plan Especial, la ruina aparezca cuanto antes. Y llegar a la ruina total. Es más barato demoler entero y reconstuir, que rehabilitar, cuando, como es el caso del edificio de esta entrada, las superficies sobre las que se actúa son pequeñas.
Pero, también, es obligación del Ayuntamiento exigir a la propiedad que las condiciones de ornato y seguridad se mantengan. No hacerlo cuando se observan los primeros indicios de vacío y abandono, supone tener que llegar a la aplicación de las normas sobre ruina. Si el edificio es de escaso valor, como este caso, tanto económico como constructivo, la dejadez de la propiedad se une a la inacción de la administración municipal y las consecuencias se dejan sentir enseguida.

Un Ayuntamiento pasivo, incapaz de construir un modelo de ciudad, como sucede con el actual equipo de gobierno de Cáceres, del Partido Popular, encabezado por Elena Nevado, más pendiente de medrar en el partido (también es senadora) que de defender los intereses de la ciudad, no está en condiciones de exigir a, por ejemplo, los propietarios de este edificio que lo cuiden.
El edificio al que corresponde esta entrada, es un pequeño inmueble, de cuatro alturas, situado en la plaza de Las Cuatro Esquinas, uno de los rincones más reconocidos de Cáceres, formando una de esas cuatro esquinas, Calle Muñoz Chaves – Calle Zapatería. En su planta baja se asentó durante años un estanco, ahora trasladado a la calle Margallo, y otro local que ha tenido diversos usos.

Sobre una superficie de 58 m2, están construidos 232 m2, según la ficha catastral. Pero esa pequeña superficie, esa esquina, es la que se encuentra de frente cualquier persona que sale de la Plaza Mayor en dirección a San Blas, o a la Plaza de Toros por las calles Sancti Spiritu y Margallo. Su color amarillento es, además, característico sobre unos edificios más neutros de colorido.
Presenta un aspecto demasiado descuidado para el lugar en el que se encuentra y contribuye, con otros muchos edificios y locales cerrados y con señales inequívocas de abandono, a que los visitantes tengan la impresión de que en Cáceres se pasa de una ciudad antigua, monumental, Patrimonio de la Humanidad, a una ciudad vieja, destartalada, abandonada.

Que este edificio continúe su deterioro camino de la ruina final o que se obligue a sus propietarios a mantenerlo al menos visible, depende de que el Ayuntamiento pueda tener la fuerza moral de exigirlo. Sin embargo, la cada vez más perceptible sensación de que “Cáceres se muere” o que el comercio de Cáceres se muere, y que la ciudad languidece, anestesiada, hacen que, al final, los ciudadanos miren hacia el balcón municipal y lo encuentren, también, languideciente, sin uso, y sin capacidad de reacción.
Vale.

Ahora que los recortes presupuestarios acosan a una alcaldía, la de Cáceres, con Elena Nevado al frente, incapaz de gestionar una ciudad de modo eficaz, el servicio de limpieza, de recogida de basuras se resiente… según los barrios. Parece ser que la filosofía del Partido Popular es que en los barrios no se recoja la basura todos los días. Total, los barrios no los ven los turistas y la imagen y la Marca Cáceres no se resienten con ello.
Por eso, es muy conveniente que la imagen que nuestros visitantes se lleven de la ciudad sea la de un entorno limpio, cuidado, donde el trabajo eficaz del Ayuntamiento se vea y sea motivo de orgullo para todos los cacereños.
Pongamos un ejemplo. En el centro de Cáceres, en la calle de Moros se encuentra un hotel de cuatro estrellas, cuya salida hacia la Plaza Mayor se realiza directamente por la Plaza de Santo Domingo, donde aprecian la fachada de la iglesia del mismo nombre. Claro, que antes de llegar a esa plaza la imagen deja mucho que desear.
En la esquina que la calle Valdés hace con la Plaza de Santo Domingo se encuentra una casa de dos plantas que es, prácticamente, la primera visión que tienen los turistas que se alojan en el Hotel Don Manuel (****) es… esa casa.

Un edificio de 346 m2, sobre una superficie de suelo de 177, el último uso conocido, en planta baja fue el de sede de la sociedad cacereña de canaricultura, pero ya hace tanto tiempo…
La preocupación por la imagen de Cáceres que tiene la alcaldía debería llevar a que por el Ayuntamiento se exigiera a los propietarios de ese caserón a mantener sus fachadas con el debido ornato y cuidado.

La realidad de una ciudad que lleva a su consistorio a adoptar medidas presupuestarias basadas en generalidades y en tópicos, a tomar decisiones en el coche oficial, sin pisar la calle, sin saber que la imagen no se gana castigando a los barrios, y la marca Cáceres no se genera pretendiendo que recoger la basura todos los días de los contenedores de las calles del centro, sino haciendo cumplir las normas, como, por ejemplo, la obligación de los propietarios a mantener en buenas condiciones de ornato los edificios. Y en condiciones de seguridad.

El edificio de Plaza de Santo Domingo a calle Valdés no cumple ni el ornato ni la seguridad, dado el deterioro de los enfoscados de fachada que pueden desprenderse en cualquier momento y alcanzar los cascotes a turistas, a visitantes que se alojan en un hotel de 4*.
Vale.