De las informaciones en torno a la trama de corrupción investigada en sede judicial, parece haber pasado desapercibida, escondida quizás tras la foto de la dirección nacional del PP, las referencias a que Ana Botella aludió, al parecer, en el seno de dicha dirección, a que el cierre de filas de los líderes de la derecha se extendiera también a la época de su esposo, José María Aznar.
Cada vez que se ha producido una investigación judicial en torno a prácticas corruptas en el entorno de partidos políticos, siempre ha funcionado lo del cesto de cerezas, y ese entrecuzar los rabos de la fruta ha llegado más o menos hasta el nivel máximo que hubiera en el cesto.
Ahora, cuando hoy se conoce que la fiscalía incluye entre los investigados al presidente de la Comunidad Valenciana, cobra mayor valor la “advertencia” (¿o era más un ruego, una invocación desesperada?) de Ana Botella a que la dirección del PP extendiera el cierre de filas a la época anterior, cuando su querido Jose dirigía el partido y presidía el gobierno. Algunas informaciones publicadas, como las referidas a un mitin en Burgos, en 2003, con unas facturas de la agencia de viajes de Francisco Correa, a nombre de Alfonso Bosch, aforado que figura en la lista de la Fiscalía, y la propia afirmación de Rajoy de que a partir de 2004 el principal implicado en la trama había dejado de trabajar para la dirección nacional, deben estar poniendo los pelos de punta a la señora Botella y agriando, más si cabe, su ya de por sí agrio carácter.
¿Qué teme tanto Ana Botella como para reclamar de la dirección nacional de su partido que también se respalde la gestión al frente del mismo de su marido? O peor aún, ¿qué sabe Ana Botella que seguramente le haga temerse que, cuando menos, se produzca alguna investigación sobre ello?
Porque las informaciones de los días en que se produjo la foto de la dirección del PP en pleno no aclaran si Rajoy atendió expresamente la petición de la señora Botella o si simplemente ésta quiso dejar constancia de que todos, también Rajoy, estaba en el mismo barco que José María Aznar cuando Francisco Correa entraba y salía de Génova como si fuera el dueño de la llave y acudía, encantado, alegre y feliz, acompañado del agente de Pajares y actual mamachicho consorte, a la boda de estado de El Escorial.
Vale.
Cada vez que se ha producido una investigación judicial en torno a prácticas corruptas en el entorno de partidos políticos, siempre ha funcionado lo del cesto de cerezas, y ese entrecuzar los rabos de la fruta ha llegado más o menos hasta el nivel máximo que hubiera en el cesto.
Ahora, cuando hoy se conoce que la fiscalía incluye entre los investigados al presidente de la Comunidad Valenciana, cobra mayor valor la “advertencia” (¿o era más un ruego, una invocación desesperada?) de Ana Botella a que la dirección del PP extendiera el cierre de filas a la época anterior, cuando su querido Jose dirigía el partido y presidía el gobierno. Algunas informaciones publicadas, como las referidas a un mitin en Burgos, en 2003, con unas facturas de la agencia de viajes de Francisco Correa, a nombre de Alfonso Bosch, aforado que figura en la lista de la Fiscalía, y la propia afirmación de Rajoy de que a partir de 2004 el principal implicado en la trama había dejado de trabajar para la dirección nacional, deben estar poniendo los pelos de punta a la señora Botella y agriando, más si cabe, su ya de por sí agrio carácter.
¿Qué teme tanto Ana Botella como para reclamar de la dirección nacional de su partido que también se respalde la gestión al frente del mismo de su marido? O peor aún, ¿qué sabe Ana Botella que seguramente le haga temerse que, cuando menos, se produzca alguna investigación sobre ello?
Porque las informaciones de los días en que se produjo la foto de la dirección del PP en pleno no aclaran si Rajoy atendió expresamente la petición de la señora Botella o si simplemente ésta quiso dejar constancia de que todos, también Rajoy, estaba en el mismo barco que José María Aznar cuando Francisco Correa entraba y salía de Génova como si fuera el dueño de la llave y acudía, encantado, alegre y feliz, acompañado del agente de Pajares y actual mamachicho consorte, a la boda de estado de El Escorial.
Vale.



