Miradla
los grandes payasos ibéricos que hicisteis siempre
pista y escenario de la patria y decíais en el exilio:
¡Mi España, la tierra de mi España!, en lugar de decir: ¡La arena de mi circo!
(León Felipe)
Aquello que escribía León Felipe, aquella feria de Medina que murió, es hoy la feria, el circo que vivimos en la Medina/España. Un circo retransmitido en directo y en diferido por las caenas que nos atan a la pantalla, por la tinta negra y sucia que derraman los periódicos, por las ondas saturadas de contaminación acústica.
La feria de Medina murió.
Como muere cada día un poco más la libertad. Y con su agonía vergonzosa y vergonzante muere cada día un poco más nuestra dignidad.
Asistimos impasibles el ademán a un espectáculo que se nos lleva por delante nuestra propia condición de ciudadanos y nos agranda en nuestra indignidad de súbditos.
Súbditos de un rey que corona una pirámide a la que le aúpan los empresarios ávidos de sangre trabajadora, cargos políticos encantados de haberse conocido, inanes.
Súbditos de un sistema político en el que la soberanía no reside en el pueblo, sino en la publicidad y en la propaganda.
Como alguna vez recuerda Miguel Ángel Aguilar, penúltima víctima de la avidez de fagocitar cualquier atisbo de libertad, no existen venenos, si no dosis.
No es un veneno el rayo catódico. Ni lo es la tinta impresa. Ni tampoco la onda hertziana. El veneno está en las dosis de manipulación, de propaganda que, al más puro estilo Goebbels, sacude nuestros ojos, atonta nuestros oídos y trata de impedirnos nuestra capacidad, menguante, de reflexionar.
Ya no hay feria en Medina, buhoneros.
Ya no quedan sino los charlatanes que esquilman los bolsillos de los atónitos súbditos cegados por las luces de neón, con los ojos ennegrecidos por la tinta y los oídos aturdidos por las bombas de los eslóganes vacíos.
Ya no hay feria en Medina, buhoneros.
Y ya vamos siendo un poco más súbditos, vamos siendo sometidos a una condición ínfima, ya no somos ciudadanos.
Ya no hay feria en Medina, buhoneros.
La próxima feria será cuando decidan los vendedores de esclavos. Y a esa feria no estaremos invitados. A esa feria seremos llevados para ser vendidos y pasar de unos amos despiadados a otros aún más.
Vale.
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