Archivos para January 31, 2007

Ahora dice Ansar que se ha enterado: en Irak no había armas de destucción masiva. Había, en las Azores, tres caras con ganas de destrucción masiva. Y lo consiguieron.

Ahora dice Ansar que se ha enterado: en Irak no había armas de destrucción masiva. Ahora, gÁnsar, ahora hay en Irak un arma de destrucción masiva contra la que no hay escudos antimisiles: el odio.

El presidente Aznar mintió al parlamento, mintió a los ciudadanos de forma masiva. La ONU no se creía que en Irak hubiera armas de destrucción masiva, porque la Agencia correspondiente no lo acreditaba.

Todavía hay muchos ciudadanos, en todo el mundo, por ejemplo Bob Woodward, uno de los periodistas del Watergate, a los que les gustaría saber por qué Aznar apoyó a Bush. La respuesta no es política y en el reconocimiento que ahora hace Aznar está muy clara: es un asunto psicológico.

Porque Aznar confunde los conceptos: saber que en Irak no había armas de destrucción masiva no era una cuestión de ser o no listo, sino de conocimiento. No es lo mismo ser listo que ser inteligente. Y Aznar no fue listo porque no era, ni lo es, inteligente. Su apoyo a Bush es psicológico: es la la muestra de su complejo de inferioridad, el mismo complejo que han tenido a lo largo de la historia malos gobernantes. Y la voz de pito.

Ahora, si Aznar fuera lo listo que, en su tono de sujeto confuso con los conceptos, dice ser, debería hacer una sola cosa: pedir perdón.

Pero para eso, además de listo o de inteligente, a Aznar le falta la cualidad de hombre en el sentido de hombre en Miguel Hernández.

Mientras que muchos ciudadanos aspiran a saber qué paso con sus padres o abuelos durante la Guerra Civil que siguió al golpe de estado de Franco, y la posterior y cruel represión, otros se esfuerzan en olvidar qué pasó.
Sin embargo, la realidad es tozuda y nos devuelve de manera permanente la memoria. Y citando de memoria quiero recordar que hace poco tiempo se suscitó una polémica en Alemania porque se pretendía recuperar para hotel unos edificios realizados por el nazismo en una zona de alta montaña.
Eso sucede, por supuesto, en Alemania. ¡Que polemicen ellos! diría Unamuno, ahora que sigue sin ser restituido en su cargo de concejal de Salamanca.
Aquí no, aquí no polemizamos porque no tenemos memoria ni falta que nos hace. Ni falta que les hace a algunos. Con alegría, con alborozo, los periódicos de la ciudad recogen que antes de semana santa abrirá un hotel de lujo en el cortijo de Los Arenales, entre Cáceres y Malpartida de Cáceres. Y la memoria, maldita memoria no aparece.
Ese cortijo, antes de ser conocido por los múltiples nidos de cigüeñas que lo habitaron en el abandono de su propietaria, fue campo de prisioneros en el franquismo, donde eran recluidos después de la guerra los perdedores.
No fue un campo de prisioneros instalado en una propiedad pública ni requisada por la economía de guerra. Fue un campo de prisioneros (españoles prisioneros de españoles) en una propiedad privada, cedida gustosamente por su propietario, el marqués de Torre Arias, que hoy tiene un parque a su nombre en plena Calle de Alcalá en Madrid.
Los mismos dueños de la finca que colaboraron hasta el extremo de ayudar activamente en la represión con su propio campo de prisioneros, hoy lo convierten en un hotel de lujo.
Los mismos terratenientes que ayudaron a represaliar a los perdedores hoy aparecen como caídos del cielo. Porque los dueños son los mismos, y hoy la propiedad sigue siendo del marquesado de Torre Arias, que tiene inmensos bienes en Cáceres y que se beneficiarán del Plan de Urbanismo: todos los terrenos entre Macondo (incluida una parte de este sector) y los Arenales, a derecha y a izquierda de la carretera de Malpartida, son de la misma propietaria que el Palacio de Los Golfines de Abajo, la casa de la Enjarada…

Cuando en las escuelas de negocio se estudien ejemplos de gestión, en lo sucesivo habrá tres niveles, descendentes: buena gestión, mala gestión y Saponi.
El ridículo en el que el próximo exalcalde de Cáceres ha caído y ha hecho caer al Ayuntamiento en la compra del chalet de Los Málaga es portentoso. Después de anunciar a bombo y platillo la inminente compra, de fijar el precio de establecer las contraprestaciones, resultan que le estaban vendiendo una mula coja, como a cualquier presidente de club de fútbol.
La mala gestión de Saponi no se puede calificar sólo de mala, o incompetente, sino que demuestra, sencilla y llanamente, que el señor Saponi es inútil para el ejercicio de su cargo.
En todo esto, llama la atención una cosa, que demuestra la categoría de la ciudad: desde que el equipo de gobierno se vio obligado a suspender la compra, ni una crítica, no ya de los partidos de la oposición, ni una crítica de los medios de comunicación. Diríase que los periodistas sienten cierta conmiseración hacia el inútil gestor público y consideran que ya está amortizado, que perderá las próximas elecciones y que para qué amargarle los cuatro meses escasos que le quedan en el cargo. O diríase que los periodistas, profesión noble ejercida por innobles y pagada por más innobles empresarios, consideran que va a ganar las elecciones y que no les convienen enfrentarse a la furia de un alcalde herido en su honor.
¿Y los papeles? ¿Qué papeles ha entregado la familia Málaga al incompetente alcalde? ¿Qué papeles ha entregado el alcalde incompetente a la familia Málaga? ¿Qué ha gastado, de dinero contante y sonante el Ayuntamiento en esta operación?
Dios qué buena ciudad si tuviera un buen alcalde.
Vale.

Acabo de llegar a este mundo del blog, de los blogs, en un momento convulso para quien tiene inquietudes, en el que la sátira, la ironía, prácticamente no tienen cabida. Personajes públicos de toda calaña no necesitan que les hagan caricaturas: ellos mismos lo son, y lo triste es que los trazos con los que se pintan están formados por jirones de nuestra propia vida.
La ironía, la sonrisa, el valor de la palabra no existen: los payasos copan todos los caminos de la comunicación, los libros, las radios, los periódicos. Por lo que he podido ver, en este mundo de blogs todavía queda un espacio en el que encontrar ese punto de sentido profundo de la palabra, el sentido profundo del significado y del significante.
El blog es personal, se escribe para ser leído por quien lo escribe y, si hay suerte, por alguien que, al otro lado de la red, hace lo mismo. Las afinidades que surjan serán aleatorias, y quizás el azar sea lo que nos queda ante tanta previsibilidad.