Archivos para November 30, 1999

En un anterior post, hablaba de la hética periodística y cómo un pequeño matiz, sumado diariamente a otros pequeños matices, van creando la necesaria correlación entre la línea empresarial del medio de comunicación y sus clientes. Ya no existe la línea editorial, viejo concepto destruido por intereses económicos, y tampoco existen lectores de periódicos, sino clientes.
Hoy, qué cosas, hoy, vemos cómo un antetítulo desvirtúa una información. En el diario regional HOY se publica una encuesta que, según dicho antetítulo, está realizada por “Ikerfel para HOY”. Pues no es cierto.
El diario regional HOY pertenece al grupo empresarial Vocento, propiedad de las más conspicuas familias de la burguesía vasca, la de Neguri, la que contribuyó con su financiación, junto con la burguesía catalana, la caída de la II República. Hoy, la misma burguesía es propietaria de un gran grupo de comunicación, cuya cabecera es ABC, y cuya línea empresarial, reflejada en todos sus medios, es captar clientes entre votantes de derechas.
Nunca, ninguna empresa ha contratado una encuesta de marketing para que los resultados no le fueran propicios a sus intereses comerciales. Vamos, que todavía no se ha dado el caso, al menos no se ha publicado, de que “8 de cada 10 dentistas consultados por Colgate recomiendan Profidén”.
Pero en la encuesta que nos ocupa, una macroencuesta, observamos serias disfunciones respecto de lo que debería ser un sondeo electoral y no se queda más que en una prospección de marketing. Vamos, que según quien encarga la encuesta, el resultado debe ser lo más parecido al deseado: “8 de cada 10 dentistas consultados por Colgate recomiendan Colgate”.
Teniendo en cuenta, por tanto, el procedimiento, llamadas telefónicas aleatorias, quedan muchas dudas para no cuestionar la fiabilidad del muestreo. Ahí van algunas.
¿Cuántas llamadas han resultado fallidas porque no se ha descolgado el teléfono?
¿Cuántas llamadas han resultado fallidas porque quien ha descolgado el teléfono no tenía 18 años o más y no había ninguna otra persona en la casa?
¿Cuántas llamadas han resultado fallidas porque quien ha descolgado el teléfono, mayor de 18 años, no ha querido participar en la encuesta?
¿Cuántas llamadas han resultado fallidas porque quien contestaba a la encuesta ha decidido no continuar contestando?
La encuesta, ya digo, realizada por encargo de Vocento a Iferkel, se ha realizado entre los días 4 y 22 de abril (18 días), con un total de unas 46.535 llamadas (se entiende que con respuesta y contestación al cuestionario, si considerar las fallidas), lo que da como resultado unas 2.585 llamadas diarias. Si consideramos que la empresa autora del trabajo tiene, por ejemplo, 72 teleoperadoras, el número de cuestionarios completados por cada una de ellas ha sido de 35 diarios, trabajando sábados, domingos y festivos si los hubiera.
Con todo ello, lo más llamativo es la capacidad de la empresa para realizar un trabajo con 46.535 entrevistas en 18 días. ¿Puede ser fiable una empresa de marketing que tiene capacidad para realizar, por ejemplo, 15.000 entrevistas al mes, y haya realidado en 18 días, contados domingos y festivos, más de 3 veces su capacidad de trabajo? La respuesta puede ser doble: triplicando el número de teleoperadoras, lo que es más que dudoso, y/o rebajando el nivel de cualificación de estas para poder cumplir los plazos. Vamos, trabajo basura.

Vale.

La máxima que titula este post no sé si será cierta o no, pero ayuda en muchas ocasiones a entender algunas cuestiones. Decía León Felipe que “para enterrar a los muertos, cualquiera vale, cualquiera, menos un sepulturero”.
En estos tiempos convulsos, en los que una crisis del modelo capitalista está fagocitando con fuerza cualquier posibilidad de resolverla si no es ahondando más en la brecha económica, que beneficia exclusivamente a los poderosos, la realidad nos está llevando a una situación en la que cualquier mercancía es buena para obtener beneficios, para engordar la cuenta de resultados.
También sucede en el campo de las ideas políticas y en la puesta en práctica de esas ideas. Los valores estables ya no sirven si no cotizan en bolsa: la razón, el criterio, la verdad… ya no sirven si no se traducen en beneficios económicos.
Las empresas que tienen negocios editoriales y de prensa (en cualquier soporte) anteponen la obtención de beneficios a cualquier cosa. Incluida la verdad. Algunas actúan con vehemencia y griterío, como el Grupo Intereconomía (con accionistas que pagaron el tamayazo), y que la Federación de Asociaciones de la Prensa consideran que no actúa conforme a los criterios éticos del periodismo, como si tal cosa existiera.
Otras, como el Grupo Vocento, heredero natural e ideológico de la Editorial Católica, considera que la verdad no existe, que es un instrumento al servicio de la contabilidad empresarial. Pero no grita como Intereconomía, sino que va distribuyendo por sus medios determinados argumentarios para extenderlos por el territorio, como si de una invasión militar se tratara. Ocupar el territorio para someter a los enemigos y favorecer a los amigos siempre le ha ido bien a la burguesía de Neguri.
En esta sibilina actuación del grupo Vocento nos encontramos ayer, 21 de abril, con un artículo en el Diario Las Provincias, cuyo arranque no puede ser más demoledor como declaración de principios: “La Justicia es demasiado importante como para que solo sepan de ella los jueces”. Esta afirmación ilustra la opinión sobre el asunto Troitiño. Aunque cita lo sucedido en su día con Josu Ternera, y la crítica a la Justicia pudiera entenderse razonable, no deja de ser curioso que un medio de comunicación afirme, sin pestañear, lo que dice el autor del artículo en su arranque.
En estos tiempos convulsos en los que el capitalismo salvaje sigue campando a sus anchas, cabe decir, sin pestañear: “La verdad es demasiado importante como para que solo sepan de ella los periodistas”. Porque dejar la verdad en manos de los periodistas es asumir que la verdad será ensuciada con la tinta con la que los dueños de los periódicos imprimen sus cuentas de resultados.
Claro que la Justicia debe estar en manos de los jueces y sólo de los jueces. Porque, al final, lo que el artículo en cuestión hace es justificar, por la vía de la omisión, la actuación de Trillo en el tema Troitiño.
¿Acaso cree el periodista que él lo haría mejor que los jueces? ¿Acaso afirma el periodista que él siempre dice la verdad cuando la verdad que pregona es la que le interesa a quien le paga?
Estamos muy acostumbrados a saber más que los demás. Y a demostrarlo día a día. Pero no es lo mismo lo que un ciudadano cualquiera diga en la barra de un bar, que lo que un medio de comunicación publique. El ciudadano, allá él con sus cosas. El medio de comunicación publica lo que le parece bien a la empresa, si eso produce beneficios. El periodista, simplemente, porque le pagan. La verdad, la realidad, el criterio, la razón… si caen del lado de lo que escribe o dice, bien. Si no, qué más da, lo que importa es el dinero.
Vale.