Archivos para November 30, 1999


El quince de agosto de 2012, prácticamente comenzada esta serie de posts sobre una realidad, la de muchos edificios notables de Cáceres cerrados por falta de uso, incluía esta entrada (http://cercadelasretamas.blogspot.com.es/2012/08/caceres-cerrado-por-falta-de-uso-ii.html), sobre un edificio sito en la calle Barrio Nuevo, esquina a Calle Barrio de Luna. Desde entonces, cada vez que he ido pasando por esas calles (muy a menudo, por cierto) he ido observando que el deterioro ha ido aumentando porgresivamente, a gran velocidad. La puerta de lo que fue la freiduría El Faro abierta, los cristales rotos, dejando ver un interior completamente sucio.

Después, el vallado de protección puesto por la policía local siguiendo el encintado de acera, con la eliminación prácticamente total de los elementos visibles (cristales y otros) que pudieran caer sobre la vía pública.
Ahora, ya, el vallado más completo, con la calle Barrio de Luna cortada al tráfico rodado y dejando solamente disponible el acerado frente al edificio.

El edificio, incluido dentro del Plan Especial de Protección de Cáceres, está catalagado con el nivel de protección ambiental singular, que en la memoria de dicho documento se define:

Ambiental Singular (AS).
Supone la existencia en el elemento de caracteres compositivos de especial interés desde el punto de vista de su diseño o de su significado cultural, que señalan la oportunidad de subrayar su presencia, bien para garantizar su conservación o en su caso para que sirva de referencia a actuaciones de rehabilitación de elementos de nivel ambiental de tipo histórico asimilable.
Asimismo, la ficha del inmueble señala los siguientes elementos de valor: carpintería, cerrajería, bóvedas, recercados y molduras.
El propio Plan Especial determina qué tipos de intevenciones (obras) se pueden realizar según el nivel de protección asignado a cada inmueble. En el caso de los inmuebles incluidos dentro de la clasificacion Ambiental singular, se pueden aplicar todas las modalidades excepto la 5:

1. Restauración. 
2. Rehabilitación. 
3. Reestructuración. 
4. Recuperación tipológica. 
5. Intervención genérica.
6. Mantenimiento.

La intervención genérica se entiende como tal la sustitución total de la edificación existente con mantenimiento de las secuencias de parcelación o las obras de nueva planta que por situarse en zonas con alto grado de renovación o de construcción reciente, carecen en su entorno de referencia clara respecto de los tipos definidos en el articulo III.40.1 en la tabla que relaciona estos con las subáreas delimitadas en el Plano de Usos Globales.
(Esta norma será de aplicación en todo el ámbito del Plan Especial conjuntamente con las del PGOU que no se contradigan con las mismas y las que asignan niveles de protección.)

El estado actual del edificio, vallado para proteger tanto a viandantes como el tráfico rodado, está más cercano de la ruina total que de un inmueble que pudiera ser rehabilitado.
Quizás sea eso, la ruina total lo que más pudiera convenir a la propiedad. No es el primer caso que un edificio es dejado, abandonado, hasta la ruina, porque seguramente sea más rentable su demolición completa y la reedificación manteniendo, simulando, más bien, aquellos elementos externos que recuerden al edificio que hubo. La casa de Las Chicuelas es un ejemplo paradigmático, en el que ni siquiera los colores fueron respetados. Y donde hubo, algo queda.

Un edificio de estas características, de potentes muros exteriores y muros de carga interiores de notable anchura puede tener una ratio de m2 útil / m2 construido de casi 1,40, es decir, que por cada metro cuadrado de superficie útil resulta necesario construir 1,40 metros, cuando para un edificio de nueva planta esta ratio puede estar en 1,26 o 1,27. La diferencia, muy notable, tiene sus repercusiones inmediatas en los costes de ejecución y en la venta de la construcción resultante.
Es más rentable, sin duda, la ruina total (con “demolición necesaria por seguridad”) que el mantenimiento o rehabilitación del edificio. Además, en este caso, no existe protección estructural, aunque al ser las bóvedas un elemento a conservar, no sería el primer edificio que se reconstruye entero, con bóvedas similares a las previamente existentes.
Vale.

En esta segunda entrega de la serie, no me referiré a un edificio público, sino a uno privado. Situado en la Calle Barrio Nuevo, esquina a Barrio de Luna. Calle que en su día era la entrada “natural” de todos los visitantes de la ciudad, por cuanto comunica la llegada desde Madrid con la Plaza Mayor. Las nuevas ordenaciones del tráfico urbano han hecho que, finalmente, sea una vía urbana sin ese componente.
A media calle se situa el número 37, un edificio de 1.245 m2 construidos sobre una superficie de suelo de 586 m2, según los datos catastrales. Se trata de un edificio notable, superior sin duda a la inmensa mayoría de los situados en la citada calle, cuando no a todos.


Su lamentable estado actual de conservación, de falta de ella, es el motivo por el que lo traigo a este blog, porque ello es consecuencia de dos aspectos que se han cruzado, como un cruce de vías, en él. Por un lado, las sucesivas generaciones de una misma familia, que lo construyó y que los siguientes herederos, partiendo herencias, gastando (o no) herencias, llevaron a que los últimos propietarios vinculados a ella lo vendieran. Por otro, y sin solución de continuidad, su adquisición, en el momento de mayor auge de la burbuja inmobiliaria por una empresa constructura, más interesada en el valor especulativo del edificio que su valor arquitectónico e histórico.


Como prácticamente todos los edificios de la calle Barrio Nuevo, el número 37 se encuentra afectado, incluido en las disposiciones del Plan Especial de Protección del Casco Antiguo de la ciudad de Cáceres. Su nivel de protección es elevado, Ambiental singular, por lo que su futuro está claramente condicionado.
Prácticamente, excepto su demolición (intervención genérica), es posible realizar obras de rehabilitación, mantenimiento, conservación, para disponer el edificio en orden a su mejor uso. Sin embargo, su estado actual, con áreas ruinosas, con una degradación que incluso afecta a la seguridad de su entorno, de las personas que pasen cerca de él y que lo mantienen vallado, con numerosas actuaciones llevadas a cabo por los bomberos para eliminar elementos peligrosos o consolidar otros, no hacen pensar nada bueno. O lo que es lo mismo: es más que probable que los actuales propietarios (¿los mismos que lo adquirieron para su utilización especulativa?) estén más que interesados en su declaración de ruina.
Ya me referí en mi primera entrada de esta serie a que la burguesía local (esa pequeña burguesía pueblerina que detenta prácticamente todos los poderes de la ciudad) es una pieza fundamental en la decadencia de la vida ciudada, en que los comerciantes digan que Cáceres se muere, cuando en realidad la están (estamos) dejando morir entre todos, caminando cada vez más cerca de la ciudad fantasma.
Este edificio, paradigmático de una pequeña burguesía venida a menos y una estructura económica basada en el enriquecimiento rápido y con poco esfuerzo, le fue ofrecido, por ejemplo, al ayuntamiento de la ciudad para albergar alguna colección de pinturas. Ofrecimiento envenenado, por cuanto, el municipio, además de asumir su coste, debería asumir alguna servidumbre más. Todo ello en la creencia por quienes comerciaban con él, de que las administraciones públicas pueden asumir cualquier cosa. Y de paso, hacerles ganar unos buenos dineros.
Hoy, con las techumbres arrumbadas, las ventanas descolgadas o inexistentes, la fachada como un traje raído, y, en suma, vallado por la seguridad de los viandantes, asiste a la degradación de la ciudad de la que fue un ejemplo de fuerza. Por los acerados de la calle pasaron muchos viandantes, muchos, por ejemplo, soldados del cercano Cuartel Infanta Isabel, que transitaban ida y vuelta hacia la playa mayor trasegando en los numerosos bares (Jaype, Suga, La Uva, El Racimo, La vid… o en el propio edificio cuando albergó una freiduría de mariscos en la que se despachaban los cartuchos de calamares fritos).
Hoy, todo aquel trasiego de peatones, o de coches llegando desde Madrid a Cáceres, con parada en la Plaza Mayor, ya es casi inexistente, como la seguridad y la fortaleza de este edificio.
Vale.