Archivos para November 30, 1999

El Ayuntamiento de Cáceres retiró un escudo franquista, en aplicación de la Ley de la Memoria Histórica, situado en la Plaza de Los Conquistadores. De inmediato, una caterva de historiadores, heraldistas y demás gentes que se dedican al chismorreo con efectos retroactivos, salieron en tromba diciendo que aquello que se había quitado no era franquista, sino de los reyes católicos.

Vamos a ver, almas cándidas, digo “historiadores”: cuando el general bajito y uniovo dio el golpe de estado (por cierto, tan mal que convirtió aquello en una cruel guerra incivil) no tenía ningún otro referente que su ego. Ni siquiera era un buen militar (“La incompetencia militar de Franco”, Carlos Blanco Escolá).

Y como alrededor de Franquito se creó una cohorte de pelotas, aduladores, mercachifles, vividores y demás sujetos de alta capacidad política e intelectual, comenzaron a formar una simbología apropiándose indebidamente (este concepto lo vi en un comentario de prensa en la red), empezaron a sumar cosas, heterogéneas hasta conformar una simbología llamada imperial. No hay que olvidar, historiadores de sacristía, que en el mejor franquismo, en el que vosotros estudiabais en la Enciclopedia Álvarez, cuando cantábais el cara al sol en el pasillo de la escuela poniendo vuestras mejores voces, en aquel franquismo, los españoles (los del régimen, of course) os encaminabais por el imperio hacia dios.

Seguro que también es de los reyes católicos poner en los duros aquella maldita frase de “caudillo por la gracia de dios”, que desde entonces, la gracia de dios, al menos la que a mí me correspondería, os la podéis… beber entera.

Volviendo al escudo de la plaza de los conquistadores: ese escudo era el del régimen, el escudo de la dictadura, el escudo oficial que aparecía en todos los sitios, era el ¡escudo de España!

Ese escudo unía, como no podía ser de otra forma, las esencias del imperio con las esencias del más puro franquismo, del más puro fascismo. Es más, ese escudo del franquismo roba descaradamente a la falange y a las jons sus símbolos cuando los unificó en el partido único, en el movimiento nacional.

Movimiento nacional (en este caso, movimiento cateto) el que determinados historietadores nos quieren hacer creer que lo que Franquito robó en la historia nos lo tenemos que comer como pureza cultural.

Vale.

Ramona Navarro Bravo, cacereña de 33 años, tenía el mismo número de hijos que Ángela aunque con una matización: cuando el 28 de diciembre fue encarcelada en la prisión provincial se encontraba en un avanzado estado de gestación. Pese a ello pasó consejo de guerra con el resto de compañeros, y la sentencia inicial del tribunal le condenó, al igual que a los demás, a pena de muerte. Sin embargo, de forma provisional se le excluyó de ese fallo debido a encontrarse embarazada, con el siguiente argumento:
“Su ejecución tendrá lugar transcurridos 40 días desde el alumbramiento, continuando mientras tanto detenida en la Casa de Maternidad a la que será trasladada con las precauciones debidas. Se ordena al director del Hospital nº 1 donde está situada dicha Casa que avise tan pronto como el alumbramiento tenga lugar a los efectos de ejecución”.
Por tanto, sobre su persona pendía la pena de muerte que por suerte para ella no se cumplió. A principios de febrero de 1938 fue trasladada a la sala de maternidad del Hospital Militar de donde regresó a prisión un mes después. Para entonces, cuando los ecos del supuesto compló de las Navidades se habían aplacado en la ciudad, se reconsideró la pena de muerte y le fue conmutada esa condena por la inmediata inferior: cadena perpetua. No fue pasada por las armas, aunque comenzaba un periplo por las cárceles franquistas que tras su experiencia en la de Cáceres le llevó, en diciembre de mencionado año, a la prisión de Santander. Pero lo más importante: su vida y la del recién nacido habían conseguido preservarla, no pudiendo decir lo mismo de los once compañeros que pasaron consejo con ella el 28 de diciembre de 1937.
(“Tragedia y represión en Navidad. Doscientos republicanos fusilados en Cáceres por el ejército franquista en 1937” Pag. 236. Julián Chaves Palacios. Ed. Institución Cultural El Brocense. Excma. Diputación Provincial de Cáceres, 2008).

Hoy, 31 de diciembre de 2008, es el aniversario de las ejecuciones de los condenados en aquel juicio sumarísimo y sin garantías. Fue fusilada Dionisia Sánchez Martín, hermana de Casimiro, esposo de Ramona. Al hijo de Ramona, al que esperaba cuando fue procesada por los golpistas, le pusieron de nombre Salvador.

Ramona era mi abuela materna, Casimiro, mi abuelo y Dionisia tía abuela, a la que podría haber conocido si no hubiera sido pasada por las armas.

Hoy, en mi recuerdo, en mi memoria, la casa de la calle de la Pulmonía que compartí con mis abuelos hasta enrados los años 60. Donde también veía a Salvador. Y todavía los hijos y los nietos de los que fusilaron a Dionisia dicen que pasemos página. Claro que pasamos página y la pasaremos, estas paginas, mientras se escuden en esa frase para tapar las vergüenzas que, seguro, les atormentan.

Vale.