El Ayuntamiento de Cáceres retiró un escudo franquista, en aplicación de la Ley de la Memoria Histórica, situado en la Plaza de Los Conquistadores. De inmediato, una caterva de historiadores, heraldistas y demás gentes que se dedican al chismorreo con efectos retroactivos, salieron en tromba diciendo que aquello que se había quitado no era franquista, sino de los reyes católicos.
Vamos a ver, almas cándidas, digo “historiadores”: cuando el general bajito y uniovo dio el golpe de estado (por cierto, tan mal que convirtió aquello en una cruel guerra incivil) no tenía ningún otro referente que su ego. Ni siquiera era un buen militar (“La incompetencia militar de Franco”, Carlos Blanco Escolá).
Y como alrededor de Franquito se creó una cohorte de pelotas, aduladores, mercachifles, vividores y demás sujetos de alta capacidad política e intelectual, comenzaron a formar una simbología apropiándose indebidamente (este concepto lo vi en un comentario de prensa en la red), empezaron a sumar cosas, heterogéneas hasta conformar una simbología llamada imperial. No hay que olvidar, historiadores de sacristía, que en el mejor franquismo, en el que vosotros estudiabais en la Enciclopedia Álvarez, cuando cantábais el cara al sol en el pasillo de la escuela poniendo vuestras mejores voces, en aquel franquismo, los españoles (los del régimen, of course) os encaminabais por el imperio hacia dios.
Seguro que también es de los reyes católicos poner en los duros aquella maldita frase de “caudillo por la gracia de dios”, que desde entonces, la gracia de dios, al menos la que a mí me correspondería, os la podéis… beber entera.
Volviendo al escudo de la plaza de los conquistadores: ese escudo era el del régimen, el escudo de la dictadura, el escudo oficial que aparecía en todos los sitios, era el ¡escudo de España!
Ese escudo unía, como no podía ser de otra forma, las esencias del imperio con las esencias del más puro franquismo, del más puro fascismo. Es más, ese escudo del franquismo roba descaradamente a la falange y a las jons sus símbolos cuando los unificó en el partido único, en el movimiento nacional.
Movimiento nacional (en este caso, movimiento cateto) el que determinados historietadores nos quieren hacer creer que lo que Franquito robó en la historia nos lo tenemos que comer como pureza cultural.
Vale.




