La ubicación del mercadillo de los miércoles en Cáceres está resultando un quebradero de cabeza para quienes tienen que depender de ella.
La ubicación actual, en un sector urbanístico que necesita liberarse de la hipoteca de la ocupación semanal de una parte importante del mismo para poder ejecutar las previsiones de construcción de viviendas, que podrán en su momento aumentar el parque residencial de la ciudad.
Además, una vez decidido el desalojo de Vegas del Mocho (así se llama el sector) por el mercadillo, será necesario evaluar si se necesita actuar para reparar posibles daños que se hayan producido.
La permanencia del mercadillo en las Vegas del Mocho está produciendo, sin duda, un quebranto económico en los propietarios de los terrenos a cuya costa se han urbanizado sin que hayan podido aún comenzar su transformación usos residenciales.
En estas estamos desde hace tiempo, y raro es el día en que no aparece alguna información al respecto. Cuando no es la negativa de un barrio a que se traslade a su zona el mercadillo, es la frase del alcalde diciendo que no se traslada a tal o cual sitio porque no hay consenso. Y los aposentadores, vendedores ambulantes de toda la región sin saber cuando se les ha ofrecido alguna nueva ubicación, si esa será permanente o si no sufrirán perjuicios económicos hasta que los consumidores se acostumbren al nuevo lugar.
Lo de que las asociaciones de vecinos se opongan a que su barrio resulte elegido recuerda mucho al comprador de una vivienda que se interesa por si en locales comerciales del bloque irá un bar. Por supuesto, no quieren que en los bajos de “su” edificio se instale uno, pero no les molestaría, al contrario, que sí lo hiciera en el edificio de al lado.

Vegas del Mocho. Cáceres. Foto: @pacohurtadosan
La última ubicación temporal propuesta es una avenida medianera con el cementerio. El sitio es amplio, suficiente, y el alcalde ambulante lo pregonó como bueno, como la solución al rompecabezas.
Pero, claro, se ha encontrado con la “falta de consenso” que lo impide. El alcalde ambulante, que anda un día sí y el otro también con el callejero municipal bajo el brazo, ha tenido que buscar otro aparcamiento.
No necesita el ambulante alcalde consenso político para la ubicación del mercadillo. Ni siquiera le vale la suma de los votos de PSOE (10) y Unidas Podemos (2) a los del PP (10) para sacar el asunto adelante. El consenso que no tiene es el de BOX (3), ya que tomar la decisión en contra o al margen de su socio ideológico sabe que se expone a que le tumbe cualquier otra propuesta, de lo que sea.
El alcalde ambulante solamente necesita que su otra mano ultraderecha le apoye. Teniendo ese apoyo, al alcalde ambulante le sobra el consenso.
Y a todo esto, la oposición jugando a creerse que cualquier decisión, contraria o abstencionista, lo que se le ocurra al ambulante, puede ser coadyuvar a la gobernanza municipal, sabiendo, como deberían saber ya, que a la ultraderecha (la del ambulante y la otra), que los apoyos que recojan por el camino no son más que regalos que les llegan de una oposición que les daría igual que no existiera.
Vale.





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