Decía el gran filósofo catalán Jaume Perich que fe es creer lo que no vimos. Y ahora, en Extremadura, o mejor dicho, en Cáceres, el Malgobierno de la Junta de Extremadura nos lleva a traer a la actualidad la frase del filósofo on the rocks.
Este Malgobierno consiente (en su sentido del siglo de Oro) que la “empresa” de unos especuladores australianos tramite su proyecto de una mina de litio esperando que ocultando el 90% de los datos haga desistir a los herejes en sus críticas y a los creyentes reafirmarse en sus creencias… y en las prácticas de sus sacerdotes.
Baste un ejemplo: la voladura tipo y las vibraciones. Se plantea la voladura tipo como un dogma. Es (será así) y punto. O te crees lo que dice el artista del proyecto o no te lo crees. Porque establece unos datos que aseguran que no habrá vibraciones que afecten a edificaciones más o menos próximos, según como estén fabricadas. Y claro los legos, los herejes, en la materia no sabremos de qué va. Si eso no fuera poco, los datos están tapados con velos negros, muy negros.
Esos velos negros, de páginas enteras, de párrafos, de líneas, de datos, nos dejan solamente dos caminos. Uno, fe en lo que no vimos, en lo que decidan los cargos públicos que nos malgobiernan. Otro, fe en los técnicos de los organismos públicos que sí parece que tendrán todos los datos, sin velos, y que los interpretarán correctamente para servirlos a los sumos sacerdotes del Malgobierno.
La pregunta es si debemos confiar en quienes nos representan en las instituciones y en los técnicos que laboran en ellas. La pregunta es si debemos tener fe en nuestros representantes, en nuestros guardianes de la fe pública. Y si no vemos los datos, cuando nos den sus decisiones, diremos como El Perich: fe es creer lo que no vimos.
Estamos, los herejes, los ciudadanos que no creemos ni en la bondad de las intenciones de los especuladores australianos ni en la transparencia y claridad de quienes aparecen como gobernantes de la ciudad y la región.
A veces, cada vez más, llego a creer que a nuestros (mal)gobernantes les inspira en sus decisiones la firme creencia que tienen en un Amigo Imaginario, un amigo al que yo imagino de enjuto rostro, sonrisa torva, gafas de ligera armadura y escaso pelo.
Vale.



