Cuando la Plataforma “Salvemos la Montaña” ha hecho públicas las “condiciones” en las que el Malgobierno de la Junta de Extremadura plantea para facilitar a dicha Plataforma el ¿proyecto? de concesión directa de la llamada mina de Valdeflores, hemos conocido el grado de credibilidad no solo de dicho proyecto, sino también de la credibilidad que a los ciudadanos nos merecen los gobernantes y la confianza que podemos tener en ellos.
Hacer llegar a una parte interesada, reconocida como tal, un documento en el que prácticamente el 50% de las páginas están veladas íntegramente, y hasta el 90% inutilizable por datos ocultados es despotismo. Y nada ilustrado, por cierto.
Parece ser que el documento fue inutilizado por la empresa, que pidió al Malgobierno el velado de toda la información sensible, de un proyecto cuya sola formulación es un sensible atentado contra los ciudadanos. Y que el Malgobierno lo acatara demuestra la catadura moral y política de los que lo integran.
Hay un Real Decreto, el 975/2009, de 12 de junio, sobre gestión de los residuos de las industrias extractivas y de protección y rehabilitación del espacio afectado por actividades mineras que dice, textualmente: La información sensible de carácter puramente comercial, como la relativa a las relaciones entre empresas y sus costes desglosados, el volumen de reservas minerales de importancia económica, etc. no se hará pública.
Supongo que es en base a ese edificio al oscurantismo y puerta abierta a conductas mafiosas en el que se apoyarán la presunta empresa minera australiana y su sicariato cacereño, y el Malgobierno que nos ha tocado en suerte para velar más del 70% del proyecto.
Respecto a los conceptos credibilidad (del Malgobierno) y confianza (en el Malgobierno) habría que entenderlos recurriendo a la RAE. Dice que la primera es la cualidad de ser creíble, y que creíble es un adjetivo que significa “que puede o merece ser creído”. Ya digo que un gobierno que se ha convertido, conscientemente, en un Malgobierno no puede ni merece ser creído.
En cuanto a la confianza, aquí tenemos ya algún elemento que nos permite alguna referencia más. Confianza es, en la primera acepción del diccionario, “esperanza firme que se tiene de alguien o algo”. La 2ª acepción es “seguridad que tiene alguien en sí mismo”, la 3ª “presunción y vana opinión de sí mismo”. Y así varias acepciones más, hasta que llegamos a la 7ª, que viene como anillo al dedo: “Pacto o convenio hecho oculta y reservadamente entre dos o más personas, particularmente si son tratantes o del comercio”.
¿Le vais cogiendo el punto? Es cierto que esa 7ª acepción está en desuso, sobre todo porque ya quedan pocos tratantes en las ferias de ganado populares, y porque lo del comercio es expresión antigua. Antigua pero que se compadece con el citado art. 5 del RD 975/2009.
Porque el Malgobierno no merece credibilidad alguna de quienes opinamos que el proyecto minero es muy peligroso, en todos los sentidos, para la ciudad y los ciudadanos de Cáceres, y porque quienes detentan (hay que recordar que NO ganaron las elecciones, y solamente un pacto con los fascistas les dio el gobierno) las instituciones de gobierno las están desprestigiando porque carecen de la confianza de muchos, muchos ciudadanos.
La literatura jurídica y medioambiental de nuestro país está repleta de malas prácticas, cuando no mafiosas, de trileros del parquet. Porque ni el chiringuito especulativo de Sydney ni el sicariato de Cáceres pueden ser tenidos como empresas, porque en la bolsa australiana figura con 0 empleados, y en el sicariato de Cáceres son 3 (el ceo, el valls y la que coge el teléfono).
Y con esa estructura y capacidad empresarial quieren hacernos creer que son el futuro de Cáceres.
El único futuro que parece cada día más claro es el de la jefa del Malgobierno y el de los informes de Cáceres.
Vale.




