Dice el diccionario de la RAE que es un hallazgo valioso que se produce de manera accidental o casual. Por ejemplo, el descubrimiento de la penicilina fue una serendipia.
Algo así me ha sucedido cuando hacía una incursión por el proceloso mar del código penal y otras zarandajas del mismo jaez. Buscaba algo relacionado con eso que a algunos sujetos se les da muy bien, que es lo de desobedecer las sentencias judiciales, pero no encajaban los resultados con lo que realmente buscaba.
Eso sí, llegué al artículo 410 del código penal, que se refiere a la desobediencia de las resoluciones judiciales, algo así en el art.410.1:
1. Las autoridades o funcionarios públicos que se negaren abiertamente a dar el debido cumplimiento a resoluciones judiciales, decisiones u órdenes de la autoridad superior, dictadas dentro del ámbito de su respectiva competencia y revestidas de las formalidades legales, incurrirán en la pena de multa de tres a doce meses e inhabilitación especial para empleo o cargo público por tiempo de seis meses a dos años.
Pero no era lo que yo buscaba. Además, este artículo contiene un adverbio que modifica el alcance de la desobediencia: abiertamente.
Claro que la semántica castellana es muy rica en sinónimos y antónimos. Dado que si la desobediencia no se produjera abiertamente, no excluye que pudiera producirse, sin variar el contenido del artículo, aunque pudiera modular su alcance. Así, donde dice “abiertamente”, bien tendrían encaje “subrepticiamente”, “ocultamente” o “reservadamente”.
Explorando esta vía, la de cambiar el adverbio por alguno de sus antónimos, las cosas empezaban a esclarecerse un poco, hasta dar con otro muro infranqueable. Porque la resolución judicial por la que buscaba que se habría producido la desobediencia no tenía cabida en el art. 410 CP.
Dicen que los caminos del señor o son inescrutables o los planos para encontrar las calles, plazas y bares están mal hechos, y, claro, así no hay manera de encontrar ni la oficina de objetos perdidos.
Pero ya, cuando la búsqueda se estaba volviendo un laberinto que ni el del Minotauro, apareció.
Llegó la serendipia.
Vale.



