Y en algunos casos, cada vez más, se convierten en auténticas serpientes arrastrándose.
La dirección del WOMAD, o la Dirección del Consorcio del Gran Teatro, o el alcalde de la ciudad, o la Consejera de Cultura, o la Presidenta de la Junta de Extremadura… o todos en comandita han tomado la decisión de prohibir la lectura de manifiestos durante la celebración del WOMAD 2024.
Cualquiera que haya tomado la decisión lo ha hecho ejerciendo su cargo político. Porque la dirección del WOMAD (una empresa privada habría recibido una orden política). Orden política.
La directora del Consorcio del Gran Teatro está en ese puesto por una decisión política y, seguramente, porque su carnet del Partido Popular es su aval. Y ha tomado una decisión política.
Y así todos los cargos públicos cómplices de la prohibición. Todos cargos políticos.
En Extremadura no hace falta ya que distingamos entre la derecha y la extrema derecha: son lo mismo.
Y ejercen la política como únicamente saben: prohibiendo todo lo que suene a cultura, recordando aquello de que “cuando escucho la palabra cultura, me echo la mano a la pistola”. Son así, no lo pueden remediar.
No hay distinción alguna entre el Partido Popular y Vox, son lo mismo, son siameses.
“Despolitizar” la cultura (que es el fin último) es el cumplimiento en toda su extensión que peperos, voxeros, concejales, consejeros, pseudoartistas de aquello que su abuelo, el unihuevo, tanto recomendaba: “Usted haga como yo, no se meta en política”.
Vale.



