Ante la emisión de un informe técnico urbanístico por el Ayuntamiento de Cáceres, sobre una propuesta urbanística presentada por Ramón Jiménez Serrano, con un “proyecto” técnico de un arquitecto salmantino (ciudad en la que asienta sus reales el mancomunado David Valls), el alcalde de Cáceres, Rafael Mateos, ha producido una serie de declaraciones, variopintas e incluso contradictorias entre así, todo para decir que bueno, que la mina de Ramón (a) El Murciano, es compatible con el Plan General de Ordenación Urbana vigente.
El “documento” presentado debe ser muy muy claro, tan claro como para que el alcalde sencillamente cometa una falta de respeto.
Falta de respeto con la ciudad cuya alcaldía ostenta, y cuyo valor artístico, cultural y patrimonial supera con mucho la capacidad del alcalde de referirse a ella, como es en este caso por elusión.
Esa elusión viene marcada por la afirmación del sr. Mateos de que él no es un experto urbanístico cuando le preguntan por el dictamen técnico que dice que la mina que sí, que bueno, que lo que digan los técnicos que son los que deciden. Parece ser que el sr. Mateos es licenciado en derecho por la Universidad de Extremadura. Quizá por edad no tuvo alcance a las lecciones magistrales de Luis Morell Ocaña o Luis Martín Rebollo en materia de Derecho Administrativo, la puerta por la que mejor se accede al derecho urbanístico.
Cuando se plantea un proyecto de enormes proporciones, como es la mina de un grupo especulador australiano, lo primero que es necesario evaluar son los bienes a proteger. De ahí, las protecciones arqueológicas, las protecciones medioambientales.
También, y de ahí la falta de respeto, seguramente por olvido o descuido, es necesario proteger la cultura, la historia… En el caso de Cáceres, el bien mayor a proteger es nuestra ciudad monumental, de un Valor Universal Excepcional (UNESCO dixit). Una mina de gran tamaño, a tan escasa distancia de la ciudad, sin duda produciría afecciones que podrían dañar la ciudad Patrimonio de la Humanidad.
Creo, sinceramente, que el olvido del alcalde es intencionado. Porque en las perspectivas actuales, la única posibilidad de que se haya considerado compatible el documento técnico presentado por El Murciano es plantear la mina como de interés público (todavía desconozco el informe ‘técnico’). Claro que la ciudad a la que la UNESCO tiene reconocido su VUE también lleva implícito el interés público. Un interés público preexistente y que tiene prevalencia sobre los intereses económicos de una empresa privada, que deberá plantear la consecución de un reconocimiento expreso de interés público.
El olvido del regidor municipal de la ciudad que gobierna está acompañado de una excusa (afirma no ser un experto urbanístico) y viene acompañado de un delirante truco como si fuera de la afamada escuela de magia de Porto Rey: la “profundidad” a partir de la cual se desarrollaría la mina subterránea es tan grande que no afecta al suelo que la cubriría, Suelo No Urbanizable Protegido. Dado que la empresa “dueña” de la mina es australiana, que está en nuestras antípodas, podrían decir que la mina estaría en Australia.
Se podría preguntar al ignaro urbanista Mateos si una vez concedidos todos los permisos (está deseando hacerlo) los ciudadanos cacereños podremos pasear entre las encinas o por los senderos de Valdeflores, ya que no nos veríamos afectados por el uso de explosivos de gran capacidad de fragmentación. Seguro que sí, porque la extracción estaría tan profunda…
Vale.



